El viernes
pasado vino a hablar un ex piloto de la Fuerza Aérea, quien se sirvió de una
analogía del mundo de Tolkien para desarrollar el tema.
Comenzó la
charla hablando sobre las problemáticas que enfrentamos hoy en día como
sociedad y de origen que tiene esas problemáticas, que vendría a ser el hombre
mismo. El disertante hablo de distintos problemas en todo el mundo y llegamos a
la conclusión que lo único que tienen en común es al hombre, así que los
problemas surgirían del hombre hacia otros hombres.
En
lo que se refiere a las problemáticas sociales actuales hizo especial hincapié
en la insensibilidad social que se ha generado producto de la velocidad a la
que vivimos, y por ende a la que nos vemos forzados a procesar la información
que se nos proporciona.
Ya
más en detalle habló sobre las diferencias entre un profesional bueno y un
profesional exitoso, aunque también sea aplicable a las personas como personas
por sí mismas. Esta diferencia es en esencia si vos sos amo de las riquezas y
el poder o si por el contrario estas cosas te controlan a vos.
Siguiendo,
hablo sobre la necesidad de tener un faro. Algo que te guie en los momentos en
los que la tentación es demasiado fuerte, una especie de refuerzo a tus
valores. A ese respecto también hablo sobre la necesidad de impulsar el cambio
desde donde estamos nosotros, porque digamos que uno de nosotros llega a ser
presidente de la nación, si a esta persona nunca se preocupo por impulsar el
cambio no va a empezar solamente por ser presidente.
Para
finalizar dijo que ser feliz es saber de mí mismo y que el bien y la felicidad
deberían ir de la mano.
Después
de la charla, dimos comienzo al taller de oratoria, durante el cual recibimos
unos cuantos consejos básicos. Por ejemplo: mirar al público en general, que
estar nervioso es normal, que hay que dirigirse siempre con respeto, que hay
que saber a quienes me estoy dirigiendo y evitar las muletillas.
Más
específicamente, en lo referente al discurso en general hay que hacer una
investigación previa, seria y vasta. Hay
que tener una idea central clara y hay que ordenar el mensaje de manera tal que
este llegue de manera clara, veraz y convincente. Además de que hay que adecuar
el discurso al público, al nivel cultural, al grado de conocimiento del
auditorio sobre el tema y al tiempo del que se dispone. Sobre el contenido del discurso se dijo que
algunos recursos válidos son la experiencia personal, la familiaridad que tiene
uno con el tema, la personificación y en pocas palabras llegar de la razón al
corazón.
En
lo que se refiere a las partes del discurso, se hablo de la “vaquita de la
memoria” (eh?) y estas partes son cuatro: el impacto, una manera de captar la
atención del auditorio; el puente, como conectar el impacto con el contenido
del discurso; el desarrollo, el discurso en sí; la conclusión, lo que queremos
que la gente se lleve del discurso sí o sí; y que todo esto debe estar sobre
pilares firmes, es decir, un objetivo que tenemos que tener en claro desde
antes de que empecemos a planear el discurso. Sobre la conclusión, además,
establecimos que podemos terminar con una frase célebre, una idea propia, una
pregunta abierta, una recomendación o exhortación, o un resumen.
Además,
se planteo la necesidad de ser flexible y no depender siempre de las “mismas
hojas amarillas y gastadas”, disponer de cierta agilidad mental y capacidad de
improvisación. Se planteo la necesidad de encontrar un equilibrio entre la
preparación y la espontaneidad. Y se recalco la importancia de la vocalización,
la modulación y el correcto timbre y tono de voz.
Para
finalizar el taller hicimos un ejercicio en el cual se nos pedía que
vendiéramos algo (un edificio, un centro comercial y un carrito de chorigol “El
Dante”) agregándole distintos productos y servicios medida que se nos iban presentando en forma
de imágenes (total de 9, sin contar lo que se iba a vender y el cartel de
muchas gracias). Las imágenes cambiaban con bastante velocidad y lo que me
parece a mí que se buscaba era ver que tan bien se nos daba improvisar.
Para
finalizar la jornada, se dijeron los distintos proyectos sobre los que habíamos
pensado, aunque no entramos muy en detalle sobre casi ninguno y la mayoría ya
se quería ir y no prestaba mucha atención a esa altura del partido. Nos
dividieron en grupos y armamos los grupos de Whatsapp.
Laura Trotta
Alumna ECO 2016